viernes, 30 de julio de 2010

ENSAYO: El destiempo en el performance

Dudo mucho que el tiempo en el arte sea una afección, mas bien me inclinaría a pensar que es todo lo contrario, es decir: El arte es una afección en el tiempo. Siendo un poco más ecuménica, me atrevo a decir que, el arte es el amor ideal del tiempo y también su peor enfermedad. Me parece una analogía pertinente, para la cual me baso en mi manera de abrazar ambos conceptos.

El Amor, al igual que el Arte, está lleno de poesía que embellece al mundo y enaltece la realidad, aún en medio del peor conflicto y la peor tristeza. El amor y el arte en todo su esplendor, están repletos de sensaciones: olores, sabores, texturas, visiones épicas y mágica música, que no podemos explicar o comprender de inmediato, a veces nunca. Pero si nos puede deslumbrar y cautivar siempre que tengamos disposición de entrega. Tanto en el amor como en el arte esto resulta muy difícil, siempre llega un momento en el que el juicio se apodera de nuestras psiques y sus respectivos egos, y por eso surgen las malformaciones a la hora de intentar entender o explicarnos determinada obra de arte, en algún museo, galería o espacio público que puede ser incluso la calle o el metro. Lo mismo sucede con el amor, cuando tratamos de racionalizarlo, ponerle camisa de fuerza y anestesiarle. De darle el enfoque mas coherente posible, por supuesto, para que no nos lastime.

Lo que es un hecho que, indudablemente sostengo, es que el arte deriva no solo de nuestras emociones, sino también de nuestro pensamiento y del contacto puro y tangible con la realidad, con la vida cotidiana, incluidas sus vicisitudes y falencias.


De lo anterior también asumo que, cualquier revolución se desprende del pensamiento y que el Arte, como toda Revolución es un acto de amor.

Ahora bien, en cuanto al tiempo, ya me atreví a definir al arte como su mejor amante, compañía incondicional, cómplice y guarida mutua, sin embargo también es su peor enfermedad. El tiempo esta desahuciado de amor y de arte.

Efectivamente, el pulso vital del mundo y la realidad caducará en algún momento, porque gracias al amor y al arte, podemos corroborar, que el tiempo deja de respirar por instantes prolongados, es como si de pronto el corazón no pudiera latir, como si nuestros pulmones se resistieran a expeler mas oxígeno y el aire, afuera de nosotros, nos robara el poco aliento que nos queda. El arte es entonces, el soplo cardiaco del tiempo, su arritmia, su taquicardia. Cuando vemos arte o, cuando hacemos arte, el tiempo se detiene, se pasma. No existe antes ni después, únicamente el instante vivo. El tiempo en el arte es relativo, puede ser demasiado o casi nada dependiendo de quien lo vive y de cómo lo vive. Lo que si es un hecho, es que cuando vemos y vivimos algo que remueve hasta la fibra mas recóndita de nuestro interior, es cuando somos conscientes de nuestra vulnerabilidad, de lo pequeños que solemos ser y lo efímero de nuestra existencia.

¡El arte enferma al tiempo, así como el amor nos enferma a nosotros! Cuando amamos el reloj enloquece, en el mejor de los casos las personas enloquecemos. El día es la noche y la noche es el día, cinco horas pueden convertirse en cinco minutos y viceversa.

Robamos y asesinamos instantes, simplemente para estar en ese aquí y ahora tan fugaz y al mismo tiempo eterno.

…La eternidad, es el estado de las cosas en ese momento […] No es casualidad que todos los días a la misma hora, sea exactamente la misma hora…1

Dicha lógica Lispectoriana, me resulta bastante afín, porque el arte y en general la vida, no se mide en horas, minutos o segundos, eso es irrelevante. Se mide por instantes, en especial aquellos que nos roban el aliento recordándonos nuestra vulnerabilidad y existencia efímera.

El reloj universal es irremediable, y sin embargo, el arte le supera en cuanto a experiencia. El arte, desplaza en sus instantes eternos al tiempo, siendo a su vez, un lujo necesario para nuestra alma. Todos necesitamos al menos de vez en cuando olvidarnos del tiempo. En detrimento del arte, todo se gesta en el instante y es en dicha intimidad, donde todo se impregna de sentido.
Ahora bien, una vez que he explicado la correlación intrínseca entre el tiempo y el arte, haciendo una analogía con el amor y la enfermedad, cabe ser mucho mas específica en cuanto a mi motivo principal de desvelo y atención: el performance ¿Qué sucede con el tiempo en el performance?

Simplemente, desde mi manera de concebir la realidad, sucede exactamente lo mismo que con el espacio, es decir, tanto el tiempo como el espacio e incluso los aspectos formales de cada pieza, se construyen o deconstruyen a partir de las necesidades de la obra.

1) LISPECTOR, Clarice. La hora de la estrella. Trad. Ana Poljak- Madrid. Ediciones Siruela, 2001.

Por lo tanto, mas que referirme al tiempo, como algo absolutamente relativo
e incluso arbitrario dentro de mi obra. Prefiero referirme al DESTIEMPO, como una de las tantas noblezas dentro de mi trabajo, sobre todo en el performance, a manera de un tipo de arte que se basa en la experiencia y en el cuerpo, resultando por consiguiente efímero. El destiempo responde, en gran medida a la autotelia, que le es propia a cada pieza que se presenta, para posteriormente acontecer y expresar algo. El performance suele ser, una recapitulación del destiempo, que constantemente describe la esencia de lo cotidiano, en fragmentos vigesimales de segundos inmortales, y perecederos a la vez. El destiempo se reduce a su mínima expresión y también se inmensifica.

Creación artística es, un devenir sin tiempo y espacio, un estado de vacío en el cuerpo. Una necesidad vital de nada, muy poderosa que viene desde adentro. El arte, al igual que el ser humano, cambia día con día, evoluciona y se transgrede a si mismo como nosotros, intentando vivir, lo relativamente poco o mucho que conocemos, para poder transmitirlo a los demás.


INCONTINENCIA (el destiempo en la añoranza)

Me bebí las horas de este día,
como un cosaco atemporal,
sorbo a sorbo, esperando el momento,
en perenne inanición, por robar ese roce.

Con-tacto invisible, sed erótica,
en mis labios y en mi boca,
¡hace tanto que no duermo!
El destiempo es la mitad de todo lo que existe:
la hojarasca, el jabón de manos y nosotras.
Es imposible contenerme,
al pie de tu ventana
y ni la luz encendida,
como si nunca estuvieras en casa…


En el performance, el instante tiende a tornarse de una manera mórbida, por muy impredecible que sea la pieza, todos sabemos que al final se terminará y simplemente queremos saber ¿Cómo terminará? Nada permanecerá estático, ni quedará congelado en el tiempo, eso que vemos escapa centrífugamente, dejándonos la duda, de no saber si fue todo un sueño o parte de la realidad. Al final solo sabemos, tanto en el papel de espectador como a manera de performer, que todo se esfuma, sin un marco o pedestal que retenga de algún modo ese momento. Ni siquiera el registro de la pieza lo podrá nunca capturar. De hecho lo ideal, sería que no hubiera registro de ningún tipo en el momento de la acción, preservar la esencia del performance y la magia del instante vivo, únicamente en la memoria colectiva de quienes coincidieron en ese momento. Y nada más.

Por eso insisto en la relación con el amor, por eso escribí Incontinencia, en algún momento que planeaba mi siguiente pieza y ningún maravilloso libro ni verbo de cualquier índole, fueron suficientes para aterrizar la idea y el contexto, por eso hablé y seguiré hablando del amor y la enfermedad bajo los mismos parámetros, y por eso siento que el arte se vale de ambos preceptos y viceversa para seducir al tiempo y regalarnos así al Destiempo, en charola de plata, mantel de cuadros y canasta, a manera de un soleado día de campo en medio de algún bosque encantado, para darle sentido a la expresión, a través de la acción cuando las palabras ya no son suficientes o tal vez ni siquiera existen, incluso decimos cosas que no sabíamos que iban a salir, inventamos palabras. El destiempo en el performance simplemente ES, independientemente de nosotros, con todo y nuestra mente, alma y por supuesto cuerpo. No necesita referencias, ni explicaciones y al final tampoco se llega a ningún lado, solo es. y si nosotros somos, ligeramente permisivos nos dejaremos ir.

El destiempo en el performance también implica una toma de consciencia, el acto de crear jamás puede ser deliberado ni casual. Lo único casual sería la experiencia que se genera, y aún así tampoco es fortuita. El destiempo entonces, es en el performance la manera de estar construyendo el tiempo real, yendo de lo particular a lo general y de lo íntimo a lo público. La toma de consciencia implica, por supuesto, que el mensaje llegue a donde el emisario desea que llegue y ser a la vez un medio, para poder construir ese mensaje.

Lo interesante y al mismo tiempo contradictorio, es que el mensaje no es lo esencial, al menos no tanto como la fantasía o aparición, de ese “algo o alguien” que se está develando. Pero si es importante que exista para una mejor y mayor proyección de las emociones. Tampoco se trata de escapar de la realidad, sino todo lo contrario, atesorarla y abrazarla con fina delicadeza, por mas áspera que resulte, y así convertirla en poesía de carne, fuego, huesos, tierra, sangre, agua, aire y aliento, En algo orgánico y en este caso, cósico o plástico. Algo inherente a nuestra existencia.

RECHAZO (la paranoia del tiempo)

Me siento,
como si tu te sintieras,
como me sentiría yo
si me encerrasen al lado,
de aquello que,
sinceramente aborrezco,
con toda mi alma,
pese a que solo te veo
y te sueño pero,
si así fuera algún día,
en determinado instante,
preferiría desaparecer…


El lado hermoso del performance y del arte en general, es la revelación y su respectiva causalidad. Cada pieza es en si misma, un ritual único aunque jamás se repita, por todo lo que conlleva y por su respectivo proceso de purificación, invocación y adoración a priori, lo cual marca de tajo el abismo que separa la rutina del rito, a pesar de que en el destiempo que le es tan propio al performance, rutina y rito sean como siameses interactuando y jugando eternamente el mismo juego: EL JUEGO DE LA VIDA QUE SE OFRECE COMO OBRA, la verdadera belleza, es cuando nos damos cuenta de todo lo que estamos sintiendo, esa capacidad exacerbada de sentir, el placer de la reflexión. El arte, la vida y el amor, son juegos de perpetua reflexión, sin principio ni final, confinados al instante, a la fugacidad y la añoranza de su ciclo diletante. Los abismos del tiempo, el tiempo como inmensidad que nos apresa y limita, del tiempo que no nos deja ser libres, no nos abandona. El tiempo es el intermediario mas fiel entre la muerte y el ser, que todavía tiene que vivir, ver, oler, tocar, escuchar, degustar, RECIBIR Y OFRECER!, consumir y consumirse.

El cáliz del tiempo, ofrece inexorablemente el presente. Siempre es ahora, -como bien lo dijera María Zambrano- Si no es ahora no es nunca…2
El instante, unidad cualitativa del tiempo, lo mínimo en el tiempo sucesivo en el que se puede medir todo: la vida, el amor, la enfermedad, TODO! Un instante puede ser un segundo de nuestros relojes, o muchas horas y hasta días y noches del tiempo solar.

2) ZAMBRANO, María. El hombre y lo divino. Ed. Fondo de cultura económica, quinta reimpresión 2005.

El instante, cuando acaba de pasar, da la sensación de que se ha escapado, de que se escurrió por nuestras falanges sin siquiera darnos cuenta, pues en verdad, algo que parecía estar ahí siempre, que llenaba con su presencia y esencia la totalidad de nuestra alma, desaparece sin que se pueda inmortalizar.

Es inútil intentar que sea de otra manera, por eso me rehúso a pensar en el tiempo como tal, mucho menos en el performance. Creo que la diferencia estriba en que, con el destiempo, no hay una pérdida o disolución del instante ni del tiempo, porque no existe tal. Se debe de tener muchísima mas consciencia del discurso, que de la temporalidad en el mismo, las experiencias intensas son atemporales.

El destiempo va ligado a las afecciones, a la mas elevada sublimidad del sentimiento, muy por encima del terrible flotar en el vacío y en la incertidumbre, de estar condenada a lo efímero e incompleto. El destiempo en cambio, carece incluso de formalismos y seriedades, porque no produce ninguna hiper estimación de o cronológico. Lo inmortal nunca debe tomarse tan en serio. En lo eterno no hay pasado ni futuro y nuestro corazón por naturaleza tiende a lo eterno, por eso anhelamos la muerte… La eternidad no es otra cosa que la liberación del tiempo.3
En el performance, dicha eternidad es, como música congelada y convertida en destiempo, mismo que no espera por nada ni por nadie. El destiempo en el performance, así como en el amor, la enfermedad y la vida en general, debería de ser el superlativo de nuestra existencia, en donde nunca hubiesen parámetros ni

3) HESSE, Hermann. El lobo estepario. Ed. Mexicanos Unidos, 2nda. Reimpresión 2005.

de tiempo, espacio, forma o lo que sea para medir la existencia. El tiempo debe recuperarse y, sin duda alguna la mejor manera de que esto suceda, es generando este tipo de experiencias estéticas, en las que simplemente, el tiempo no exista mas, y así poder diluirnos y dejarnos ir, sin pensar en ayeres ni en mañanas, únicamente concentrarnos en ser y estar aquí y ahora.

DESTIEMPO

Acariciarte con mi aliento,
llegar sin escándalo,
ni electricidad, remover
lo que ahora resultó,
en este devenir y paráfrasis
de la ausencia misma.
Me urge que me calles,
ya no puedo retornar,
finas las sensaciones,
antagónicamente exactas,
como un globo terráqueo
en mi arrítmico corazón,
de movimientos telúricos,
ciclos lunares y puestas de sol.



Me quedé pensando en las fresas de tu boca,
pero mi amor esta de luto,
mi corazón es un cachorro que llora
y llora,
y llora…
Ahora comprendo que el amor
es solo el presente y nosotros,
a mi mágico aparato se le acaba la vida,
o compro pilas de repuesto
o me quedaré definitivamente sola.
Tantos silencios,
cosas por plasmar,
sonidos que no quieres escuchar,
nada mas cabe en este cuerpo desbordado.
Quemaré mis excesos,
desahogaré mi tristeza de formas mas sutiles,
porque no se siente bien el desdeño …
A pesar de que,
¡cada vez me enamoro mas de tu espalda!